El arrebatico, no cumplido

Publicado por Daniel Marín Londoño | | Posted On sábado, 26 de septiembre de 2009 at 17:29

Hablar de Medellín es hablar de tango, es decir una historia, de una misma tinta roja. Toda esta historia va desde los años 1920, cuando fueron traídos los primeros tangos a Colombia, por una bandoneonista de la compañía de comedias de Camila Quiroga, por esto la gente comenzó a oír las milonguitas y los tangos en acetatos de 78 revoluciones. Se comenzó a verlos bailar, en películas de Rodolfo valentino y Carlos Gardel. En ese mismo instante y hasta ahora se han vuelto parte de nuestra historia, de nuestra vida. Nostalgias se vive en Medellín, cada día que se mira un cuadro, de Jorge Botero Lujan.
La historia del tango se puede leer en las casitas y las calles de barrios símbolos como Guayaquil, Manrique, Aranjuez, algunos ya desgarradas por la violencia, los incendios y la urbanización con grandes edificios, el metro, el asfalto, los tractores y el descaro de la especulación inmobiliaria. También, se lee en edificios hechos historia, en las baldosas rojas y amarillas del Patio del Tango, donde el señor Aníbal alumbro, con velas como si fuera un santo o un Dios cada 24 de junio al maestro Carlos Gardel, hasta el día de su muerte. Ese bar legendario de barrio Antioquia.
Es historia escrita con tinta roja, con hechos relevantes para el mundo, la muerte de Carlos Gardel. El suicidio de Ernesto Arango en una cantina de Guayaquil, después de meter una moneda en el piano, para que Gardel cante los versos de la última canción.
Sentir que es un soplo de vida…


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